La democracia colombiana es una vergüenza, Santos
Por Timoleón Jiménez / Julio 8 de 2013
Comandante Estado Mayor Central FARC-EP
Por
encima de las divergencias de opinión y enfoque, una ojeada a la prensa
nacional permite formarse una idea del país en que vivimos. El 6 de julio, por
ejemplo, reviso la relación periodística del día anterior y no puedo menos que
intentar un breve comentario al respecto. Por razones obvias, prefiero las noticias
relacionadas con el conflicto colombiano y la paz.
Bajo
el titular Condenan a tres militares a 32 años de prisión por falso
positivo, leo sobre el fallo de un Juzgado de Medellín contra el capitán
John Alexander Sandoval Díaz, el subteniente Edwin Leonardo Tora Ramírez y el
cabo Carlos Medardo Cuesta Pizarro. Por encima de la versión oficial sobre los
hechos del 18 de mayo de 2004, primaron los testimonios en el sentido de que
las víctimas fueron apartadas, golpeadas, acusadas de guerrilleros y acribilladas
en cercanías de la finca en la que trabajaban en Ituango, Antioquia.
También
leo que el actual embajador de Colombia ante los Estados Unidos, ha sido
denunciado penalmente por la adquisición fraudulenta de 40.000 hectáreas de
tierras baldías en el Vichada, destinadas a convertirse en ingenios azucareros,
y que su firma de abogados Brigard y Urrutia es investigada por el Consejo
Superior de la Judicatura por los mismos hechos, que judicialmente han sido
tipificados como asesoramiento ilegal, falsedad en documento privado y estafa.
Encuentro
que funcionarios de la Defensoría del Pueblo acompañaron la salida de seis
familias del municipio de Valencia, Córdoba, con el fin de salvaguardar sus
vidas e integridad personal. En total se trató de 34 personas, entre ellos 22
menores. Todas eran familiares de un líder reclamante de tierras que fue
asesinado en días pasados. Fueron acompañados también por funcionarios de la
Misión de apoyo al Proceso de Paz de la OEA (con los paramilitares) y la
Policía Nacional.
La
llamada crisis del Catatumbo, originada por las protestas del campesinado, es
objeto de diversos informes. Por una parte, el Viceministro de Trabajo José Noé
Ríos advierte que el gobierno está listo para sentarse a conversar, siempre que
los labriegos levanten el paro que realizan.
Por
su parte, el Vicefiscal General de la Nación, Jorge Fernando Perdomo, explica
que determinará si se han presentado hechos ilícitos en la movilización. Su
intención es manifiesta: La fiscalía está valorando información para… ver si
algunas personas que participan en estas marchas pueden ser objeto de alguna
medida o acción judicial.
Dicha
noticia se relaciona con la titulada Por protestas en el Catatumbo, Santos
cita a reunión extraordinaria. En ella se indica que el Presidente convocó
al mininterior y al viceministro de defensa para discutir la situación que se
vive en la región del Catatumbo. Y se aclara que La decisión del mandatario
de pedir ‘cuentas’ se da luego de conocerse que uno de los líderes de la
protesta, César Jerez, fue relacionado con las Farc.
Juan
Diego Restrepo, con el titular La del Catatumbo, una triste historia, escribe
para Semana Online una crónica en la que resume el viejo conflicto. Y
subtitula: Ante el fracaso del Estado en la región del Catatumbo, a las
autoridades solo les queda estigmatizar la protesta campesina y sus justas
peticiones.
En
eso coincide con Leonardo León, quien escribió para Prensa Rural una nota
titulada En defensa de César Jerez. Es probable que la clave del asunto
se halle en el último párrafo de su artículo, que dice: Esperemos que la
Mesa de Interlocución y Acuerdo llegue a feliz término, que el poder militar y
el poder mediático cesen sus acciones de odio contra el campesinado y que la
zona de reserva campesina para el Catatumbo sea una realidad para frenar la
gran minería y el latifundio en beneficio de las comunidades que sólo quieren
vivir en paz.
Pasando
al tema de la paz, reseño el artículo de fe del periodista Enrique Santos
Molano en el diario El Tiempo, Una paz para mascar. De manera serena,
describe el actual proceso así: Lo que hay en La Habana no es una charla
cordial de amigos alrededor de unos tragos y sobre temas en los que no
necesitan discutir, porque están de acuerdo. Es una conversación entre
enemigos, que tienen cada uno su punto de vista, que defienden sus respectivas
posiciones, y que en medio de sus divergencias intentan conciliar un acuerdo…
Y
remato este largo resumen con el titular del diario El Espectador: FARC
plantean que Ejército y Policía sean fuerzas para la paz. La guerrilla insta a
la celebración de ese debate nacional.
Falsos
positivos probados, seguramente objetos de apelaciones y demás recursos, con
pleno respaldo de las instituciones militares y el Estado empeñados en probar a
ultranza la inocencia de sus leales tropas. La legalidad violada abiertamente
por cuenta de sus más preclaros representantes en el campo internacional, por
cuenta de la codicia generada por la locomotora agroindustrial. La misma que
consigue, por encima de la ley de víctimas y de restitución, que ahora, con
apoyo humanitario oficial e internacional, continúen los desplazamientos
forzados en el país.
Videos
y fotografías que circulan, permiten observar la desbandada masiva provocada
por el Ejército Nacional y la Policía, tras emplear sus armas de fuego contra
la marcha campesina en Ocaña. Dos muertos y nueve heridos a bala no significan
nada para el Estado colombiano porque se trata de campesinos humildes. En
cambio urge investigar y judicializar a sus líderes. O mandarlos matar, si es
posible. Esa, ni más ni menos, ha sido la causa del conflicto armado interno.
La
misma lógica con que se exige a los campesinos levantar el paro para entrar en
conversaciones, nos exige a nosotros desmovilizarnos primero para hacer
política. Lo acordado con los campesinos siempre ha sido incumplido, al tiempo
que a nosotros siempre nos han cerrado violentamente la vía de la política
abierta. Si los de abajo exigimos que los gobernantes cambien su modo de
relacionarse con nosotros, tan solo obtenemos que crezca la hilaridad de los
poderosos y su prensa.
La
terminación del conflicto y la paz no van a ser producto de conciliábulos entre
gobierno y guerrillas en el exterior, sino el producto de profundas
transformaciones en la vida colombiana. Definitivamente el modelo de democracia
que defiende la oligarquía de este país, no va más. Quedó claro en el Foro
sobre Participación Política, lo exigen la serie de paros y protestas
anunciados, lo atestan 49 años de lucha armada continua, lo certifican las
miles y miles de vidas ahogadas en sangre.
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