Campaña de la ultraderecha contra el proceso de paz
Montañas de Colombia, Febrero 3 de 2013
Comunicado [Ver video]
La campaña de la ultraderecha contra
el proceso de paz de La Habana arrecia su intensidad. Lo que algunas cadenas
radiales y otros medios de comunicación califican como la primera gran crisis
de los actuales diálogos entre gobierno y FARC, no pasa de ser otra de esas
creaciones virtuales de los medios de comunicación a fin de crear falsedades
inexistentes en la realidad.
Las conversaciones en la Mesa prosiguen de modo normal, nadie se ha puesto de pie o amenazado formalmente con retirarse. Por el contrario, las dos partes trabajan en busca de puntos de aproximación sobre el tema agrario, con el afán de producir acuerdos significativos que representen avances ciertos hacia la terminación del conflicto y la paz.
Lo demás es especulación, escándalo promocionado con fines malintencionados. Los hechos de guerra que sacuden el país y que afectan personas e intereses de las dos partes involucradas en la confrontación, son precisamente eso, los avatares del conflicto que se procura solucionar en la Mesa. Pretender destruir la vía de la paz apelando a ellos es una verdadera locura.
Antes que echar leña al fuego, aquellos que se califican a sí mismos como patriotas y bienhechores del país, debían de promocionar de modo franco y positivo el fortalecimiento de la vía dialogada. El ex Presidente Uribe difunde histérico las fotografías de unos agentes de la Policía caídos en una emboscada, pero aplaudía emocionado en su momento las de Raúl Reyes o Iván Ríos mutilados.
Las conversaciones en la Mesa prosiguen de modo normal, nadie se ha puesto de pie o amenazado formalmente con retirarse. Por el contrario, las dos partes trabajan en busca de puntos de aproximación sobre el tema agrario, con el afán de producir acuerdos significativos que representen avances ciertos hacia la terminación del conflicto y la paz.
Lo demás es especulación, escándalo promocionado con fines malintencionados. Los hechos de guerra que sacuden el país y que afectan personas e intereses de las dos partes involucradas en la confrontación, son precisamente eso, los avatares del conflicto que se procura solucionar en la Mesa. Pretender destruir la vía de la paz apelando a ellos es una verdadera locura.
Antes que echar leña al fuego, aquellos que se califican a sí mismos como patriotas y bienhechores del país, debían de promocionar de modo franco y positivo el fortalecimiento de la vía dialogada. El ex Presidente Uribe difunde histérico las fotografías de unos agentes de la Policía caídos en una emboscada, pero aplaudía emocionado en su momento las de Raúl Reyes o Iván Ríos mutilados.
Eso para citar solo un ejemplo. Los
sucesores de los generales de la República que dieron partes orgullosos acerca
de la aniquilación de las guerrillas en el Chocó o la Guajira, para no ir más
lejos, exponen hoy su preocupación por el accionar de las FARC en esas mismas
regiones. Escarbar hasta encontrar y solucionar las causas de la confrontación
resulta más práctico y humano.
Si algo debe ser puesto en duda y
condenado es el recurso de invocar sentimientos humanitarios con el fin de
azuzar la agresión y la muerte. Algo que se ha convertido en característica del
tendencioso programa del señor Herwin Hoyos en Caracol Radio, quien propone
ahora una marcha contra el proceso de paz, y lo hace a nombre de la libertad y
la vida.
Suele criticarse por excesivo el
calificar a alguien como fascista. Pero eso de considerar que en un país
existen grupos humanos que no pueden ser objeto sino de la eliminación física,
con los que no cabe ningún trato o acuerdo porque se trata de terroristas
despreciables, omitiendo protuberantes realidades históricas y sociales, no
puede ser llamado de otro modo.
Y así precisamente piensan todos
esos fanáticos furiosos que sueñan con unas FARC humilladas y vencidas. Valerse
del uso de la fuerza, de la violencia extrema para aplastar a sus contradictores.
Como si la guerra popular no hubiera brotado de la sangre y los cuerpos
torturados o despedazados de la oposición política revolucionaria en Colombia.
Toda vida humana es sagrada,
incluida la de los policías y soldados de Colombia, claro está. Pero si estos
llevan décadas triturando compatriotas sin piedad, cabe pensar también en el
valor de la vida de sus víctimas. Cualquier parte victorioso del Ministerio de
Defensa pone de presente que se ha conseguido con la actuación conjunta de la
Policía, el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada.
Todo el poder armado del Estado e
incluso poderes criminales paralelos a su servicio, en una cifra que rebasa el
medio millón de hombres y mujeres, apoyados por la inteligencia y la tecnología
de guerra de los Estados Unidos, se dedica las veinticuatro horas del día a
localizar y matar colombianos en pie de lucha. Mal puede pensarse que resultan
intocables. Hay una guerra.
Y una guerra en el que la parte
fuerte y bufona miente, engaña, desinforma. Con el pleno respaldo de los
grandes medios de comunicación. El Ejército y los paramilitares asesinaron
impunemente miles de personas en Urabá, y desterraron decenas de miles. Cuando
la Corte Suprema de Justicia ordena al Estado pedir perdón sólo a la Comunidad
de Paz de San José de Apartado, todos callan.
Uribe y su vicepresidente Santos que
el mismo día de la masacre de 2005 acusaban falsamente a las FARC, los
primeros. El gobierno actual, los segundos. Los mandos militares, los terceros.
Los grandes medios de comunicación, los cuartos. Ninguno de ellos daría el
mínimo apoyo a una marcha que exija el cumplimiento de lo ordenado por la
Corte. Herwin Hoyos tampoco.
El plan de los fascistas es claro.
Generar un escándalo de dimensiones internacionales con relación a los
presuntos crímenes de humanidad cometidos por los insurgentes, llevar supuestas
víctimas a los micrófonos y estrados, exacerbar y utilizar el dolor de las
familias de los soldados y policías víctimas de la confrontación. Para obtener
el repudio universal contra los insurgentes.
Igual a como procedieron los nazis
con las comunidades judías. Con el propósito de conseguir la aprobación
generalizada al genocidio. Mientras hacían pública ostentación de su poder
militar de aplastamiento. Mientras se perseguía con saña a comunistas, gitanos
y negros. Mientras se pisoteaba la dignidad y la libertad de naciones enteras.
Los métodos y fines son idénticos.
Los matones adiestrados en las
academias militares y policiales reciben el título de héroes. Los horrores cometidos
en el país por semejante fuerza sencillamente no existen, deben ser
desaparecidos del imaginario popular. La sangre y el dolor que esparcieron no
se pueden llamar violencia, fueron apenas el ejercicio legítimo de la fuerza.
Su Excelencia El Cardenal bendice.
Semejante monstruosidad en
construcción no puede ser tolerada. Precisamente las FARC vamos a la Mesa de
Conversaciones a luchar contra eso. Y sabemos que millones de colombianos de
buena voluntad nos acompañan en este histórico empeño. La paz no es eso que nos
quieren meter por los ojos. La paz es verdad, la paz es justicia. Esa sí es la
Gran Marcha que debe cumplir Colombia.
ESTADO MAYOR
CENTRAL DE LAS FARC-EP
Montañas de Colombia, 3 de febrero
de 2013
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