Reflexiones sobre la Agneda de La Habana IV
Pueblo Colombiano: ¡Pa' la mesa!Delegación de paz de las FARC-EP
Noviembre 5 de 2012
La Habana,
República de Cuba.
Sede de los
diálogos por la paz con justicia social
no esté seguro
del ejercicio de sus propias facultades”.
Simón Bolívar
En el “Acuerdo General para la
terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, las
partes hemos convenido atender el gran clamor de la población por la paz,
tomando en consideración que su construcción es asunto de la sociedad en su
conjunto. Por ello, “la participación de todos, sin distinción, incluidas otras
organizaciones guerrilleras, a las que invitamos a unirse a este propósito...”,
ha sido colocado como aspecto central del ropaje democrático que debe tener el
proceso que iniciará sesiones el 15 de noviembre en la Habana (Cuba).
Que atino este, el de no considerar
que los problemas de la guerra y de la paz son asunto de manejo exclusivo del
gobierno. Gran avance, ciertamente, en el camino de búsqueda de la justicia
social y la reconciliación, sencillamente porque su esencia es la de irle
abriendo campo a la democracia aún dentro del ambiente guerrerista que mantiene
el régimen.
Fue sensato Juan Manuel Santos
cuando decidió pactar a través de sus voceros “la disposición total de llegar a
un Acuerdo, y la invitación a toda la sociedad colombiana...”, que debe ser la
verdadera protagonista de este emprendimiento.
Este que empieza, entonces, deberá
ser el momento en que el contacto con el sentir profundo de las gentes de
nuestra patria, desde los más humildes, llene de juicios acertados el diálogo
nacional de paz. Todos los sectores populares deben reclamar su participación y
decisión dejando oír desde ya sus múltiples voces y propuestas.
Necesitamos al pueblo, al
constituyente primario, definiendo la ruta del diálogo desde ya. Reiterándonos
una enseñanza de Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, cuando decía que “La
propiedad colectiva debe ser la regla y la propiedad privada la excepción”,
para ver cómo encontramos las claves que nos permitan poner fin a la
depredación desastrosa del capitalismo.
Hoy recordamos a los fundadores de
la patria, como una manera práctica y sentida de traer a la memoria, con
enseñanzas y luces, a alguien que además de militar en la idea de buscar con
todos nuestros esfuerzos la paz, enseñaba el ideario de Rodríguez y de Bolívar
en el proceso de construcción de la Nueva Colombia: el Comandante Alfonso Cano,
quien hoy completó un año de haber caído asesinado después de resistir valiente
con sus combatientes, a una jauría que les cercó y luego recibió la orden de
eliminarles. Así lo confesó públicamente Juan Manuel Santos, admitiendo
cínicamente, la comisión de un crimen de lesa humanidad: aplicar la pena de
muerte; o mejor dicho, tal como lo advirtió monseñor Monsalve, obispo de Cali,
asesinar a un alzado en armas, que según las propias palabras del presidente,
“estaba cercado”. El mandatario colombiano ante las cámaras del mundo, lo que
ha dicho es que desde su función de Jefe de Estado decidió violar todas,
absolutamente todas las reglas del derecho internacional humanitario, todas las
normas que regulan la guerra y todo principio de decencia, en la medida en que
previamente ha dado certeza de que en efecto era Alfonso Cano, el comandante
máximo de las FARC-EP, quien adelantaba los acercamientos de paz con el
gobierno. Nos preguntamos si ya sobre esto alguna autoridad judicial de orden
nacional o internacional, habrá adelantado algún tipo de investigación. La
situación lo amerita.
La sociedad, en movimiento y con
determinación, a través de diversas expresiones emerge hoy, a pesar de la
guerra sucia y el terrorismo de Estado, con más fuerza reclamando sus derechos;
exigiendo respeto al territorio, abnegándose por la reapropiación de su
naturaleza, por la afirmación de su cultura y por la construcción de un
proyecto de vida sustentable. Es hora entonces de que también en la Mesa de la
Habana se le de su lugar y que Colombia toda se convierta en territorio de
diálogo, justicia y reconciliación.
Así las cosas, aprovechamos esta
reflexión para solicitar al gobierno se sirva explicar sin más demora los
procedimientos, mecanismos, metodologías, dinámicas que posibilitará que las
expresiones diversas de la sociedad puedan desenvolver el proceso de dialogo
por la paz en Colombia, con todos los recursos y garantías que ello requiera, lo
mismo que se sirva dejar en claro y de manera pública, pues ya no estamos en
momento secreto de exploración, los mismos elementos y sobre todo las garantías
de amplitud, respeto, financiación y seguridad para los contingentes de la paz
que han de llegar hasta la Habana a traer sus aportes en favor del proceso.
La Habana,
República de Cuba. Noviembre 5 de 2012
Fraternalmente,
compatriotas
Delegación
de Paz
Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia,
Ejército del Pueblo [FARC-EP]
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